Los argentinos recibirán en 2010 una bolsa llena de “sorpresas”. Pero no de las que quisiesen encontrar en el arranque de un nuevo año. Menos aún, si se tiene en cuenta que se viene de un “capítulo 2009” muy complicado, marcado a fuego por una de las peores crisis a nivel mundial, con fuerte impacto en el plano local. En este contexto, la clase media no está de parabienes. Sucede que, los próximos aumentos impactarán directamente en sus bolsillos.
El “shock” de incrementos se concentrará en servicios muy emparentados con este segmento de la población, y que conforman el grueso de la canasta familiar: desde energía, comunicaciones, transporte, salud, educación, medicina prepaga y hasta el mantenimiento del auto.
Los ajustes de precios que se están verificando, y los que se prevén para las primeras semanas de 2010, tienen un piso del 15%, una cifra que contrasta fuertemente con la previsión oficial de inflación del 6,6% para todo el año.
Y, en muchos casos, estos aumentos de precios abarcarán sólo unos meses, con una “segunda vuelta” de cara al segundo semestre, o picos de subas estacionales durante el invierno.
A esta altura, todas las previsiones privadas coinciden en que llegará un escenario de recortes en algunos consumos clave, de cara al 2010.
El razonamiento es muy sencillo: los incrementos salariales estarán muy por debajo de la suba general de precios. Difícilmente las empresas puedan otorgar incrementos del 20% o más, habida cuenta de que vienen de una fuerte caída en sus niveles de ventas y sus márgenes de rentabilidad quedaron muy “finitos”.
Golpe al bolsillo
Es sabido que la predisposición a consumir está fuertemente influenciada por las expectativas que tiene un individuo acerca de su futuro.
Si percibe que el contexto será favorable aumentará su nivel de compras. Si en cambio siente que su poder adquisitivo caerá, entonces tenderá a ser más cauto.
Al respecto hay un dato no menor: la inflación que proyectan los economistas privados para 2010 se ubica en una franja de entre 18 y 23%. Sin embargo, la expectativa de la población va más allá y es mucho más alta que esa cifra: estima que será de un 33%. Y esta percepción hará, seguramente, que modifiquen su pautas de comportamiento.
Cabe destacar que, en el arranque del 2009, esperaban una suba de precios del 23%, diez puntos menos que el que vislumbran ahora de cara al próximo período.
El siguiente cuadro, del que dio cuenta este medio, muestra las estimaciones de reconocidos analistas:
Asimismo, iProfesional.com relevó los principales rubros de aumento de la canasta familiar y las magnitudes de ajuste, en algunos casos ya ocurridas, en otros esperadas:
En la otra vereda están las proyecciones de incrementos salariales, presentes en los presupuestos de las empresas, que muestran cómo los mismos correrán por debajo de la inflación, y rondarán el 15% para todo el año.
La peor parte la llevarán los ejecutivos y profesionales fuera de convenio.
Del sondeo se desprende que, si la inflación real oscila entre un 15 y un 20%, siete de cada diez ejecutivos perderán poder de compra, sólo dos podrán mantenerlo y uno resultará favorecido.
En el caso del personal dentro de convenio, las mejoras en los ingresos no serán parejas. Se prevé que habrá mayores incrementos para aquellos sectores sindicalizados, con fuerte capacidad de presión negociadora.
Impacto
Los aumentos previstos determinarán una rápida reacción por parte de los sectores más afectados, que cambiarán hábitos de consumo para adecuarse a un año con menos capacidad de gasto, y sin que se haya despejado del todo los problemas de empleo verificados durante 2009.
Susana Andrada, presidenta del Centro de Educación al Consumidor, afirma que los rubros donde primero se sentirá la retracción en el consumo van desde el referido a salidas y esparcimiento a otros como el uso de taxis (que acaba de ajustar 21% su tarifa).
“Además, la gente que no quiera tener una desmejora muy grave tendrá que adoptar algunas conductas, tales como dar de baja las tarjetas de crédito que no utiliza, controlar el gasto de los teléfonos y tener mucho cuidado con el uso de servicios tales como la electricidad, en especial si utilizan artefactos de alto consumo”, sugiere la defensora de los consumidores.
Por lo pronto, ya hay varios los ajustes que entraron en vigencia, como es el caso del realizado por algunas empresas de medicina prepaga, algunos rubros de comunicaciones y servicios vinculados al turismo, como el transporte, los peajes y el alojamiento.
El fin de los subsidios
Otros rubros aún no ajustaron sus precios, pero ya está definido que subirán y cuanto lo harán.
Es el caso de la mayoría de los servicios que no están regulados (las expensas, los estacionamientos privados, por citar algunos ejemplos), así como varios que sí necesitan aprobación y sobre los que ya hay acuerdo (salud, colegios, telefonía).
Existe otra categoría, en los que no se tiene definición sobre cuál será la magnitud del aumento, pero en los que sí hay una decisión política para avanzar en una adecuación de las tarifas.
Es el caso de los servicios públicos, que acumularon un retraso en los niveles tarifarios durante los últimos años y que serán objeto de un “sinceramiento”, como por ejemplo el gas y la electricidad.
Pero lo que más impactará sobre los bolsillos de los consumidores no es esta adecuación (que en el peor de los casos puede incrementar las boletas en un 20%) sino la reducción de los subsidios.
Este último hecho es el que puede multiplicar varias veces el gasto, con facturas que pueden llegar hasta con un 400% de aumento.
El tema ya fue objeto de polémica el invierno pasado, cuando el Gobierno debió dar marcha atrás ante los reclamos por los incrementos en las facturas del servicio de gas por cañería.
En ese momento, la decisión fue la de mantener el subsidio en los meses de alto consumo estacional. Pero el ministro de Economía, Amado Boudou, adelantó cuál será la filosofía del Gobierno en esta materia: eliminar la situación que percibe como injusta, de un esquema que beneficia a la clase media mientras vastos sectores de bajos ingresos deben afrontar el costo pleno de servicios tales como el gas.
Más allá de la polémica sobre cómo se la lleve a cabo, hay cierto consenso en el ambiente empresarial sobre la necesidad de “readecuar el set de precios relativos”, como indicó la encuesta realizada en el último coloquio de IDEA.
Allí, todos los empresarios opinaron que es imprescindible el aumento, aunque una mayoría (77%) consideró que los incrementos tarifarios deben realizarse en forma gradual y con el mantenimiento de un subsidio para los sectores más expuestos socialmente.
Finalmente, sí se mantendrán en el transporte, pero resultará inevitable un incremento tarifario en subtes, colectivos y trenes, en parte por la inercia inflacionaria (mayores salarios y combustible más caro) y también por las crecientes dificultades fiscales que tiene el Gobierno para sostener el gasto en este sector.
Precios por ascensor…
El shock de comienzos de año para los bolsillos de la clase media tiene altas probabilidades de agravarse cuando se comience a transitar el segundo semestre.
La proyección de los principales economistas privados indica que la situación fiscal seguirá complicada y podrá derivar en una presión alcista de los precios hacia finales de año.
Un informe de Abeceb.com, la consultora que dirige el economista Dante Sica, identificó al “poco margen de crecimiento de la capacidad instalada” como uno de los puntos problemáticos para 2010.
Es decir, ante un escenario de baja inversión, y con empresas trabajando cerca del tope de su capacidad, la reacción ante cualquier aumento de costos será la de impulsar un aumento de precios antes que incrementar el volumen de producción.
En una reciente entrevista con iProfesional.com, el economista Carlos Melconian se refirió a este tema: “El empresario está con la queja de la falta de horizontes; hoy se manejan día a día, y nadie mira a dos años. Esto ya no es como en 2004, cuando se generaba rentabilidad y se reinvertía, ahora da muy finito”.
Conflictividad
El informe de la consultora Abeceb.com señala que “los costos laborales volverán a presionar en 2010. Luego de que los salarios mostrasen una desaceleración en el ritmo de crecimiento, a causa de la crisis internacional y la situación endeble del mercado laboral, se espera que los sindicatos vuelvan a la carga el año próximo y reclamen aumentos en torno del 20 por ciento”.
Se pronostica un 2010 de alta conflictividad sindical, y se hará más evidente las diferencias de aumentos de retribuciones, según la capacidad de presión de cada gremio.
El economista Tomás Bulat señaló, en este sentido, que en un contexto de alta inflación, esta dinámica de negociación salarial llevará a una situación de “mayores distorsiones e inequidades”.
En el marco de una población que espera altos aumentos de precios e insuficientes reajustes salariales, resulta natural que las encuestas sobre confianza en la economía marquen bajos guarismos.
La consultora SEL, que dirige Ernesto Kritz, elaboró un informe que da cuenta que dicha caída de confianza (que se encuentra en su nivel más bajo desde que se percibió una recuperación económica en 2003) tiene una relación directa con las dificultades de empleo.
“Cuánto más alto y sostenido es el crecimiento del empleo registrado, mejor es el sendero de bienestar, no sólo por el ingreso presente sino por la comparación con el pasado cercano (sobretodo si éste ha sido malo) y, quizás más, por las oportunidades de movilidad laboral ascendente”, dice el informe.
Y en lo que respecta a la relación entre inflación y confianza, el informe ve una correlación inversa muy clara.
Este año fue una excepción, ya que a pesar de que la suba de precios fue menor que la de 2008, la confianza continuó decayendo.
La consultora explica que ello se debió al clima político, pero también a las pérdidas de puestos de empleo en el sector formal.
Fuente | iProfesional