Cuando se quiere dar un lujo en el supermercado, Natalia Tittolo siempre enfila hacia las góndolas de productos de almacén de Carrefour, donde desde hace unos meses puede comprar el arroz italiano Inverni. La marca importada cuesta tres veces más que Gallo, aunque sus principales rivales no son los productos nacionales, sino otras líneas italianas como Delverde, Scotti o Dragoni, que le ganaron de mano en el regreso al mercado argentino.
Esta avanzada arrocera del Viejo Continente es sólo una muestra más de la explosión de la importación de bienes de consumo que vive la Argentina, más allá de la intención oficial de proteger a la industria nacional con un tipo de cambio “competitivo”.
De acuerdo con los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en enero la balanza comercial argentina arrojó un saldo favorable de US$ 1164 millones, lo que representa un incremento interanual de 167 por ciento. Sin embargo, cuando se analizan en detalle los números del comercio exterior del país se descubre que el superávit del primer mes de 2008 se explica básicamente por el formidable aumento en el precio de la soja, que alcanzó para compensar la suba sostenida del volumen de las importaciones, que durante la segunda mitad de 2007 venían creciendo a una tasa interanual apenas superior al 20%, y en enero pasado pegaron un salto del 41 por ciento.
Bienes de consumo
La expansión de las importaciones se sustenta, en gran parte, en el incremento de compras de bienes de consumo, lo que explica la proliferación de artículos importados en los comercios argentinos: desde clásicos como las pastas italianas –pues en cualquier supermercado hoy es posible encontrar cuatro marcas distintas de la Península–, los libros españoles, el champagne y los quesos franceses, las ojotas brasileñas y las tradicionales papas fritas Pringles, hasta productos de orígenes más exóticos, como galletitas israelíes, cervezas finlandesas, heladeras polacas o aceite de sésamo griego.
“Los clientes más afectos a los productos importados son los de un nivel socio-económico medio y alto, que buscan productos más sofisticados y hasta los tienen incorporados a sus hábitos permantenes de consumo. Pero al margen de este dato, hay clientes de menores recursos que ocasionalmente se permiten un gusto comprando un producto importado”, destacan en el grupo Cencosud, dueño de las cadenas Jumbo y Disco, que en promedio registraron un incremento del 40% en sus ventas de artículos importados en los primeros dos meses de 2008.
Entre los rubros que más rápidamente recuperaron el terreno perdido con la devaluación del peso figura el de las bebidas alcohólicas. En el caso de los whiskies, los productos importados ya representan el 30% del mercado total, frente al 26% que tenían en 1997.
“El whisky sigue siendo un sinónimo de prestigio, y por eso mucha gente prefiere hacer un esfuerzo y pagar un poco más por un producto importado. A esto se suma que los precios relativos le juegan a favor a la importación. Hoy una botella de Jack Daniel’s cuesta 70 pesos, es decir, lo mismo que muchos vinos nacionales de buena calidad”, explica Gustavo Domínguez, presidente de la fabricante e importadora de bebidas Sabia.
En el caso de los vinos importados, a la recuperación de la demanda local se suma el impacto del turismo extranjero.
“De a poco, el público local está volviendo a consumir vinos de afuera, aunque el gran motor de esta recuperación son los hoteles cinco estrellas y los restaurantes más exclusivos, ya que con la revaluación del euro no está al alcance de cualquier pagar 1200 pesos por una botella del champagne francés Cristal o 900 pesos por un vino español de Vega Sicilia”, reconoce Andrea Fiumidini, gerente de marketing de la importadora y distribuidora Dulmes.
El papel del turismo también ayudó a la reactivación de la demanda de perfumes y cremas importadas.
“El posicionamiento de la Argentina como un destino turístico influye mucho en este crecimiento de los productos importados, y en nuestro caso se ve con especial fuerza en el local que tenemos en la calle Florida o en destinos turísticos como Salta y Mendoza”, señaló María Candela Zamarguilea, gerenta de marketing de la cadena de perfumería Juleriaque, que cerró 2007 con un incremento del 30% en sus ventas de perfumes importados.
El avance de la competencia extranjera ya despertó también la preocupación de los fabricantes nacionales de ropa, que denunciaron que en enero de este año el ingreso de indumentaria importada aumentó el 54 por ciento.
Según los industriales argentinos, en el rubro en el que se siente con más fuerza la incidencia de la competencia extranjera es de la ropa para bebes y niños, en el que las importaciones provenientes de China se multiplicaron por 14 en los últimos dos años.
Fuente | La Nación?