Todo empezó hace casi dos años con un tablón de madera sobre una mesa de pool. Allí, Eugenia Modarelli diseñó las primeras colecciones de Petit Charme, una empresa de lencería femenina que con una propuesta diferenciada consiguió seducir a compradores argentinos y parisinos por igual y factura, en promedio, $ 25.000 mensuales.
Se acercó al mundo de la moda por gusto y por oportunidad. En cada viaje al exterior, Modarelli dedica varias horas a visitar las lencerías y tiene una fascinación especial por los pequeños locales de París. Esa pasión se combinó con el espíritu emprendedor de la licenciada en marketing pocas semanas antes de su boda, en 2006.
“Empecé a buscar un conjunto para la noche de bodas y no encontré nada diferente en el mercado local. Ahí pensé en los diseños de afuera y me pregunté: ¿por qué no puedo hacer yo algo así en mi ciudad?”, relató.
“Después del casamiento, me decidí a tener un pequeño París. Primero me puse a estudiar corte y confección y ahí arranqué con los diseños y me contacté con los primeros proveedores. En cada prueba fui conociendo gente y me fui relacionando”, agregó la emprendedora de 27 años, que para poner en marcha su proyecto invirtió 100.000 pesos.
Primero compró su máquina de coser y varias telas, pero no encontró un lugar para ellas en su casa de casada, que era el loft de soltero de su esposo.
“Ahí me fui a lo de mis padres. Mi papá me armó la mesa de dibujo con un tablero sobre la mesa de pool y construí el primer taller. Fui dibujando e inventando, y me hice un buen equipo de costureras”, recordó.
“Después -continuó-, pasé un día por el local, que en ese entonces era un quiosco. Me había enterado de que cerraba y logré un buen precio por el espacio.”
Modarelli nunca estuvo sola. Su madre la apoyó desde un comienzo y se convirtió en una suerte de supervisora de ventas y proyectos.
Su suegra, con un afán por la decoración, fue la encargada de acondicionar y plasmar el espíritu de París en el local. Tuvo éxito. La música suave, los tules, las arañas, los aromas y todo lo que se conjuga en el pequeño espacio transforman el local en un petit charme o “pequeño encanto” con aire francés.
A pulmón
“Inauguramos en agosto del año pasado, todo muy a pulmón. Yo atendí por varios meses y me emocioné con cada cliente que nos elogió”, señaló Modarelli. Según precisó, a diferencia de otras casas de diseño, Petit Charme tiene modelos para “un público adolescente y adulto” y se especializa en modelos “para novias con diseños de colección y a medida”. Los precios varían desde los 25 pesos en algunos portaligas a 400 pesos en corsets.
“Mezclamos tules con sedas, encajes, puntillas, lycras y otras telas para armar diseños jugados, clásicos y con algo especial”, comentó la diseñadora, que aún hoy no sale de su asombro con su primera exportación.
“Una clienta nos presentó a una delegación de franceses de la casa Le Bon Marché, un centro de compras premium del grupo LVMH. Los encargados nos convocaron para una muestra y conseguimos exportar una colección inspirada en Evita”, recordó.
Actualmente, la empresa está dialogando con otros compradores del exterior, pero no quiere descuidar el mercado interno. Hace pocos meses, comenzó a vender a terceros en la provincia de Buenos Aires y luego se expandió a Salta.
“Próximamente vamos a llegar a Tierra del Fuego. También estamos pensando en franquicias, pero no es algo definido. Queremos mantener el cuidado de la marca”, concluyó.
Fuente | La Nación