Cuando un contenedor tarda más de 270 días en poder ingresar a un país, el fabricante de esos productos que permanecen varados en un puerto, indefectiblemente debe replantear su estrategia de negocios.
Eso es lo que sucedió con un amplio abanico de compañías brasileñas, en su mayoría grandes, que al encontrarse durante el último año y medio con fuertes dificultades cada vez que intentaban exportar hacia la Argentina, redefinieron su estrategia para que su marca no pierda posiciones.
No es para menos, desde que estalló la crisis internacional, allá por el tercer trimestre de 2008, el Ministerio de Industria, junto con la Aduana, desplegaron una gran maquinaria de medidas restrictivas para sostener el empleo y los niveles de producción a toda costa.
Según la cartera que dirige la ministra Débora Giorgi, desde aquél entonces, el Gobierno logró salvar más de medio millón de puestos de trabajo. El costo de estas medidas las pagó principalmente Brasil, el mayor socio comercial, que debió sufrir trabas de todo tipo en casi 800 productos que exporta a la Argentina.
En parte gracias a este “combo proteccionista” –al que hay que sumar la caída del consumo y la producción-, las importaciones provenientes de ese país se desplomaron un 33% en 2009, un punto por encima del valor global.
Más allá de las protestas formales de la administración de Luis Inácio Lula da Silva, y de una crisis comercial que incluyó represalias por parte del gigante regional, lo cierto es que las empresas de capitales brasileños o multinacionales, cuya operatoria regional estaba centralizada en el país vecino, comenzaron a verse “obligados” o a levantar una empresa de cero o a incrementar los niveles de inversión y producción en la Argentina con el objetivo de que su marca no desaparezca del mercado.
Mauricio Claverí, economista de Abeceb.com, destacó que “el Gobierno está buscando un equilibrio entre la producción nacional y los niveles de importación, básicamente en los llamados sectores sensibles”, es decir, rubros como calzado, textil, electrodomésticos grandes y pequeños y autopartes, entre otros.
“Es evidente que las medidas que se tomaron tuvieron como objetivo lograr mayores inversiones por parte de las empresas extranjeras, principalmente las brasileñas, que al ver que tenían serios problemas para abastecer el mercado argentino con sus productos, tuvieron que buscar otra manera y esa fue, justamente, producirlos localmente”, explicó.
Por su parte, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional y experto en el mercado brasileño, coincidió en que “está claro que para todas las empresas de estos sectores tener un pie en la Argentina es importante. Y las restricciones, que son un fenómeno que llegaron para quedarse, evidentemente empujaron muchísimo estas decisiones de inversión”.
En la misma línea, Pablo Rojo, director de Río Bravo Inversiones, afirmó que “hay varias causas que llevan a que los brasileños inviertan en la Argentina. Primero influye que el activo local es mucho más barato, después hay variables que juegan a favor, como las restricciones que los impulsan a hacer negocios en el país para no perder mercado”.
Cuando exportar a la Argentina no es negocio
Uno de los sectores donde más claramente se ve este fenómeno es en el del calzado.
De hecho, en un artículo del diario brasileño Valor Económico destacaron que “cuando el Gobierno de la presidenta Cristina Kirchner frenó la liberación de las licencias para importar calzados, quien estaba en la Argentina resolvió aumentar la producción. En el período más problemático, las licencias llegaron a demorar hasta 270 días, cuando el plazo fijado por la Organización Mundial del Comercio (OMC) es de 60 días”.
En diálogo con iProfesional.com, Horacio Moschetto, secretario de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), aseguró que “el año pasado llegamos a los 95 millones de pares y nos ubicamos en el puesto 13 entre los mayores productores mundiales. Este año estamos convencidos de que vamos a sobrepasar los 100 millones y pasaríamos a estar entre los 10 primeros”.
Claro que esto se logró con una “pequeña mano” del capital brasileño, cuyas empresas en Brasil producen la friolera de 750 millones de pares.
El presidente de la CIC, Alberto Sellaro, aseguró que para que avance el proceso de industrialización fue clave “la aplicación de licencias no automáticas por parte del Gobierno”, que “han protegido la producción y frenado las importaciones”, que, vale destacar, en 2009 se desplomaron un 22 por ciento.
En este contexto, dos grandes empresas brasileñas, al ver que traer productos terminados de su país era una odisea, comenzaron a ampliar las líneas de producción.
En efecto: marcas como Penalty, Olympikus, Havaianas e Ipanema, que antes eran sólo exportadoras en su Brasil natal, expandieron fuerte su producción en la Argentina.
Según Valor, Penalty cuadruplicó su facturación en la Argentina en seis años y en 2009 alcanzó los 48 millones de pesos. Para 2010 proyectan alcanzar los $70 millones y alcanzar una producción de 900.000 pares, un 70% más que el año pasado.
Cabe destacar que, hace apenas un año, 9 de cada 10 calzados que comercializaba esa empresa eran de origen brasileño.
“Las licencias no automáticas reconfiguraron el mercado argentino del calzado”, disparó Alexandre Estéfano, director internacional de Penalty.
También se destaca el caso de Vulcabras, que en la Argentina fabrica calzados bajo la línea Olympikus y Reebok. La compañía, instalada desde hace años en el país, decidió apostar fuerte hace cuatro meses con una inversión de más de 8 millones de dólares para aumentar la producción de su planta de Coronel Suárez.
Cabe destacar que en 2008, siete de cada diez pares que vendía eran importados. Este año, los directivos brasileños buscan cambiar totalmente la proporción y que el 70% tenga sello “made in Argentina”.
Para Moschetto, las inversiones de empresas brasileñas podrán ampliarse, especialmente considerando que está plenamente operativo el acuerdo de autolimitación que firmó la cámara argentina con la brasileña.
A través del mismo, los empresarios del país vecino no podrán exportar a la Argentina más de 15 millones de pares anuales de aquí hasta junio de 2012, año en que el cupo volverá a revisarse.
“El cumplimiento del acuerdo es perfecto, de hecho no sólo acordamos el flujo anual, también tenemos acordado lo que entra cada mes”, destacó el directivo a este medio, para dejar en claro que no se dejará pasar un solo par de más a la Argentina.
Havaianas, made in Argentina
Un párrafo aparte merece el “affaire” generado alrededor de este producto. Así como el bife es sinónimo de la Argentina, estas ojotas bien podrían ser uno de los símbolos de la cultura del país vecino.
A fines del año pasado, para enfrentar la temporada verano 2010, la compañía Alpargatas, controlada por la brasileña Camargo Correa, había solicitado licencias no automáticas para ingresar al país 7 millones de pares. Sin embargo, las solicitudes de licencias de ese faraónico pedido, quedaron “durmiendo” en los despachos oficiales.
Concientes de esto, recientemente la compañía anunció que las tradicionales havaianas, patrimonio brasileño comercializado en más de 70 mercados en todo el mundo, pronto tendrán su versión argentina.
En artefactos para el hogar, la alegría no es brasileña
Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo del sector calzado. Por el contrario, abarca a los más variados rurbros, como puede ser el de las cocinas.
Hugo Ganim, presidente de la Cámara de Fabricantes de Artefactos de Gas (Cafagas), aseguró que en 2009 en el país se fabricaron unas 570 mil unidades, igualando el récord de 2007, gracias a que “reemplazamos unas 120.000 que antes venían importadas”.
“Están desapareciendo las cocinas que llegaban de Brasil”, festejó el directivo de la cámara que agrupa a unas 30 empresas –entre las que se encuentran Orbis, Longvie, Gafa, Escorial, Domecq, Universal, Volcán y Patrick- y ocupan a unas 5.000 personas de manera directa.
Ganim atribuyó este boom industrial del sector a que “el Gobierno controló y frenó el ingreso de cocinas del país vecino con licencias no automáticas y valores criterio”.
Lo más interesante de esto es que, según el propio directivo, con todas estas trabas mediante, “las empresas multinacionales que antes nos llenaban de cocinas fabricadas en Brasil, ahora hicieron acuerdos con fabricantes argentinos para producir localmente y que su marca no desaparezca del mercado”.
Así, “las unidades que se venden mantienen la marca pero no están fabricadas en el país vecino, como pasaba antes. Es lógico, son hombres de negocio: lo que les interesa ahora es que su marca no se esfume del mercado y para ello salieron a tejer acuerdos con fabricantes locales. Esto demuestra que el control de las fronteras alienta la industria argentina”, destacó.
Poniendo primera
Otro de los sectores donde el cerrojo alienta la radicación de empresas es en el de la industria automotriz, más precisamente en el negocio de las baterías.
Cabe destacar que es un rubro complejo, considerando que en 2009 los empresarios argentinos impusieron cupos en baterías provenientes del país vecino.
El convenio contempla un tope de 850.000 baterías brasileñas, un nivel tan bajo que, meses antes de que culminara el año pasado, ya se había alcanzado la cuota.
En este contexto, la empresa brasileña Moura decidió invertir u$s30 millones y producir localmente.
Según anunciaron sus directivos, prevé llegar a fabricar 400.000 unidades para el segundo año hasta alcanzar, a los cinco años, un total de 1.000.000 de unidades anuales.
De este modo, Baterías Moura -proveedora de componentes originales de fábricas automotrices como Fiat, Ford, Iveco, Volkswagen, Renault, Nissan y Mercedes Benz- se despedirá del negocio de exportación hacia la Argentina, que representaba unas 360.000 unidades por año y una facturación en el país de 20 millones de pesos.
Conciente de que ganó una importante batalla, Giorgi aplaudió la decisión al asegurar que se trata de “un ejemplo de la idea que se trabajó en el último encuentro con las autoridades brasileñas, de encaminarnos a una integración productiva entre ambos países”.
El secretario de Industria, Eduardo Bianchi, también se plegó al señalar recientemente que la integración “no pasa porque la empresa de un país le venda a otro sino que se debe apuntar a la complementación y la asociación de las empresas. Hablamos de una integración horizontal, entre sectores de ambos países que hoy compiten, para complementarse y mejorar sus potencialidades”.
¿Una medida positiva?
En este contexto cabe preguntarse cuán viable es este esquema para apuntalar la actividad económica y evitar la pérdida de puestos de trabajo.
Para Ochoa, hay pocos elementos negativos en este tipo de recursos: “Este resultado que observamos es bueno para el país, considerando que tiene una clara falta de inversiones”.
“Si las empresas nacionales no realizan fuertes inyecciones de capital, es bueno que vengan empresas de Brasil a instalarse. Más, considerando que hoy padecemos una falta de diversificación de la matriz productiva y el grueso de las exportaciones está explicado por soja”, agregó.
Además, el experto destacó que “es hora de que la integración productiva sea un proceso que parta desde Brasil hacia la Argentina, porque en los noventa sufrimos una fuerte salida de empresas que se instalaron en ese país y así fue como se perdió gran parte de la estructura productiva”.
Sin embargo, para Claverí, esta estrategia tiene varias contras.
“Primero genera muchas tensiones a nivel oficial y a nivel privado, básicamente porque a los empresarios no les gusta que los gobiernos tomen decisiones por ellos”, destacó el experto.
Además, señaló que al ser inversiones, en parte, inducidas, “ante el primer cambio a nivel político o económico, muchas de estas empresas pueden volver a modificar sus planes” y despedirse de la Argentina.
Sin embargo, lo que más preocupa al experto pasa por el impacto en el bolsillo: “Esto tiene un claro efecto negativo en los consumidores. Al disminuir la oferta y los modelos disponibles, esto sin dudas pega en los precios”.
Fuente | iProfesional