Innovación. Esa es la palabra que repite Gabriel Spitz en cada oración mientras relata la creación de Huddle Group, la empresa que fundó con cuatro amigos para construir soluciones tecnológicas de avanzada y ofrecer a los clientes resultados visibles cada dos semanas.
Una muestra de lo que él considera innovación: un sistema capaz de transcribir automáticamente una videoconferencia y entender órdenes vertidas en esas transcripciones, como la búsqueda de una palabra en exploradores como Bing o Google. Este desarrollo está siendo probado en el mercado local y es producto de una sociedad creada por Huddle: Corvalius.
“Empezamos hace dos meses con Corvalius y es el brazo que nos permite profundizar aún más en la adopción de nuevas tecnologías. Es la continuación natural de Huddle”, dice Spitz, que hace 12 años regresó a la Argentina luego de cursar en Inglaterra ingeniería electrónica, un máster en microelectrónica y un doctorado en redes neuronales.
El equipo de Huddle se conformó en 2004 y se mantiene hoy: además de Spitz, están Jorge y Oscar Anchuvidart, Gabriel Castarés y Enrique Box. “Con Oscar y Enrique trabajábamos en Accenture y nos pareció momento de abrirnos para armar una empresa basada en la innovación y en el cuidado de la gente y su vocación por crear. Ahí sumamos al resto. Todos compartíamos objetivos, además de una amistad”, recordó Spitz.
“¿La competencia? Vimos mercado para nosotros porque el resto de los desarrolladores tenía poca variedad y no apostaba a las nuevas tecnologías”, agregó.
Primeros pasos
El quinteto invirtió 50.000 pesos para el alquiler de las primeras oficinas y la compra de computadoras. “Inmediatamente arrancamos con Microsoft como base. Nosotros trabajamos sobre tecnología que tienen para montar otras soluciones. Somos sus partners “, explicó Spitz.
“Eso nos abrió varias puertas y a poco de empezar ya estábamos haciendo soluciones para Estados Unidos. Lo primero que exportamos fue un sistema para universidades para inscripciones online “, añadió. El crecimiento, según los socios, fue progresivo y en 2005 la compañía calificó para la ley de promoción de software. Para ese entonces, ya había armado su esquema de ofrecer a los clientes “resultados cada dos o tres semanas”.
“Esto lo hacemos en todos nuestros desarrollos. Trabajamos sobre varios ejes: uno es la herramienta share point, sobre la cual armamos la gestión de documentos. También tomamos las soluciones instaladas en las empresas y las mejoramos. Y además desarrollamos un sistema propio de aprendizaje que Microsoft aplicará desde Irlanda a toda Europa”, enumeró Spitz.
Hoy la empresa tiene una facturación anual de 4,2 millones de dólares y emplea a 120 personas. La mitad del plantel trabaja en el centro de Bahía Blanca, que el grupo abrió en 2006 para promover la ciudad de la cual son oriundos dos de los socios.
“Tenemos muchos emprendimientos. Uno es Corvalius, que opera como una consultora de tecnologías avanzadas y desarrolla con esa premisa. Además, está vinculada con las universidades”, dijo Spitz.
“También estamos trabajando en el armado de soluciones verticales y para eso iniciamos los contactos con cámaras de diversos sectores. La idea es que las pymes puedan acceder a tecnología de avanzada. Por otro lado, estamos delineando la expansión física: el año pasado abrimos una representación en Chile y la idea es seguir en el resto de la región y en Estados Unidos”, agregó.
La compañía sigue operando sobre la base de tecnología de Microsoft, aunque también evalúa la apertura a otras tecnologías.
Fuente | La Nación